jueves, 20 de marzo de 2014

Regalos con corazón


  Regalos con corazón

  Este post lo dedico a todas esas pequeñas personitas que van pasando por mi vida enseñándome cosas que los adultos "normales" no son capaces de entender, aun no he dicho nada de mi profesión en la vida, ahora me confieso: soy maestra. 
   Y en mi aula guardo siempre un rinconcito de la pared al que le pongo un cartel "rincón creativo" y voy colgando todos los dibujos que me van regalando, para ellos es señal de que me gusta recibirlos, para mí son los premios que mantienen mi ilusión de seguir enseñando/aprendiendo junto a ellos.
  Y en mi habitación, tengo otro de esos rincones, pero de mis sobrinos, a quien la pesada de su tita les saca papeles y lápices de colores cada vez que puede y les pregunta cosas para que dibujen a su antojo. 

   De todos esos regalos esta semana pasada me he tropezado con dos mientras organizaba mis cajas y carpetas, que han rodado conmigo en mis mudanzas -¡Qué suerte!- me he dicho,- estos no los he perdido- (es inevitable perder cosas en las mudanzas, por mucho que las organices, ahí están los duendes atentos para quedarse con alguna cosa)





   El primero es un cojín, me sorprendió Mauricio (imposible ya olvidarse de su nombre) un día de junio cuando ya habían acabado las clases y me llegó con él, explicándome que lo había hecho con su madre.



  Por supuesto se queda ya en mi cama hasta la próxima mudanza, y cada vez que leo "prefrida" no solo se me pone una sonrisa de cariño y respeto por el esfuerzo que debió ser bordar esas letras, sino también de diversión ¿pre-Frida? ¿Hubo después una profe que se llamaba Frida? ¿Me identifica con algo artístico anterior a Frida Kahlo? 

    Y es que este tipo de errores son muy simpáticos, se dan en niños y cuando se aprende un idioma nuevo. Y de idiomas es la próxima foto, os cuento: me tocó una buena temporada trabajar en la zona del levante español, estuve en pueblos dónde sólo se hablaba valenciano y otros dónde solo se hablaba castellano, todos pertenecientes a la misma comunidad autónoma.
    En teoría yo no podía ni ejercer en puestos de zonas valenciano-parlantes, ni presentarme a oposiciones si no tenía el título oportuno de dicha lengua, pero, paradojas de la vida, me tocaba dar clases en valenciano en aquel pueblo dónde nadie hablaba ese idioma en concreto, aunque sí otros: inglés, rumano, chino, ruso, marroquí...(la verdad es que fue una experiencia muy interesante tener un alumnado tan diverso).
En resumen, a un alumnado extranjero le tenía yo que introducir un idioma que no dominaba para nada, menos mal que sólo era una asignatura.
¿Mi actitud al respecto? 
No pensar en tal paradoja político-administrativa y hacerlo lo más agradable posible.

  Y este fue el resultado, un póster scrap en toda regla:



   Explico: lo que más nos gustaba del libro de lengua valenciana eran las poesías y las canciones. Teníamos radio-cd que nos facilitaba el acento y la fonología de las palabras y la última parte de la clase la dedicábamos a las nuevas canciones/poesías del tema que estábamos estudiando y las anteriores que nos habían gustado.

  Ésta en especial gustó mucho, muchísimo: "La panderola"  y un día llega Paola con este póster, -Para la clase- me dijo y casi ni me enteré porque estaba embelesada con esas hojas unidas con fixo, ese rotulador rojo permanente que lo traspasa todo, esas ruedas, esa locomotora, ese vagón,esa nube de humo...me parecía tan artístico aquel trabajo y que estaba hecho con tanto corazón que desde el primer instante quise guardarlo "para siempre". Lo genial de la tecnología es que ahora puedo tener fotos del póster aunque éste se estropee con el tiempo.

 Y Paola siguió explicando: era un regalo para la clase, que como no cabían todos había dibujado solo a la profe y los maquinistas pero que los demás estaban ahí con sus nombres.


Me veo guapísima en este retrato y muy bien acompañada
en ese bolso guardo tantos buenos recuerdos...

Cuándo vi quiénes eran los maquinistas,me encantó la elección,
buenos líderes ambos.






























  Esto no es más que una muestra de lo que personitas de 7 años son capaces de hacer con su cariño, sus ideas, sus pensamientos dándoles herramientas para que lo expresen.

    Apreciar, valorar y respetar estos trabajos me parece básico para hacer que sus autores se sientan apreciados, valorados y respetados y por eso desde aquí les mando mi respeto, aprecio y cariño no solo a Mauricio y Paola, sino a todas esas otras personitas que me regalaron millones de cositas que encuentro de cuando en cuando entre cajas y carpetas.

  Gracias a ell@s, y a vosotr@  que le habéis dedicado un rato a leer este diario.

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